Malfurion Tempestira, el druida

Malfurion Tempestira, el druida

El antiguo y poderoso Malfurion Tempestira fue el primer elfo de la noche en ser druida, entrenado bajo las enseñanzas de uno de los semidioses más poderosos de la Azeroth de antaño.

Diez mil años atrás en la historia de Azeroth, Malfurion Tempestira fue el alumno más aventajado del semidiós Cenarius, Señor del Bosque. Con el paso de los años, y bajo la sabia tutela de Cenarius, Malfurion se convirtió en el primer druida capaz de emplear los poderes de la naturaleza en beneficio de los kaldorei. Gracias a las enseñanzas de Malfurion, el druidismo se convirtió en parte integral de su gente.

Malfurion y su pueblo eran conocidos como los kaldorei, o "niños de las estrellas"; humanoides nocturnos y astutos. Malfurion amaba profundamente a una de sus compañeras kaldorei, Tyrande Susurravientos, la alta sacerdotisa de Elune. Sin embargo, el hermano gemelo de Malfurion, Illidan Tempestira, también se enamoró de Tyrande, aunque sus sentimientos no eran correspondidos.

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Malfurion admiraba y respetaba a la gobernante de los kaldorei, la venerable reina Azshara. Azshara poseía un poder, un carisma y una belleza sin parangón. Con el paso de las eras, la confianza de Azshara evolucionó en un profundo narcisismo. Su astucia se transformó en locura, y su sed de poder la carcomió por completo. Decidió rodearse de los kaldorei más poderosos, talentosos y pudientes, aquellos que eran merecedores de su presencia, y para ellos acuñó el nombre de Altonato.

En el centro del aislado continente de Kalimdor se encontraba el Pozo de la Eternidad, una fuente de poder arcano de la que manaba la energía mágica de toda Azeroth. Azshara y sus Altonato comenzaron a utilizar el Pozo de la Eternidad para sus propios fines, y a restringir su acceso a aquellos que fueran merecedores de su poder, los Altonato y la propia Azshara. En aquel entonces, lo que los Altonato no sabían era que la magia del Pozo de la Eternidad que empleaban imprudentemente era tan adictiva como peligrosa.

Mientras contemplaba cómo su reina iba perdiendo la razón, Malfurion sabía que las ansias de poder de su reina se debían al Pozo de la Eternidad. En cierto modo, tenía razón. El abuso de los poderes que otorgaba el Pozo de la Eternidad atrajo la atención del líder de la Legión Ardiente, el titán oscuro Sargeras, que vio en Azshara y sus Altonato unos títeres potenciales para su sed de poder.

Víctima de las maquinaciones de Sargeras, Azshara utilizó los poderes del Pozo de la Eternidad para abrir un portal entre Azeroth y el Vacío Abisal, donde aguardaban las fuerzas de la Legión Ardiente. Cuando el portal entre los dos mundos se abrió, el ejército demoníaco de la Legión Ardiente devoró todo a su paso mientras absorbían la energía de la propia Azeroth.

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Al darse cuenta de que los kaldorei necesitaban que los protegieran de la inminente invasión demoníaca, Malfurion condujo a su gente contra las fuerzas de la Legión Ardiente. Malfurion, Illidan y Tyrande recurrieron a Cenarius, esperando que el semidiós les proporcionara ayuda. Pero los ejércitos demoníacos que emergieron del Vacío Abisal no parecían tener fin. Ni siquiera la ayuda de Cenarius y de Alexstrasza, la reina de dragones, fue suficiente para que las fuerzas de los kaldorei salvaran Azeroth. Malfurion decidió que, por el bien del mundo, debían destruir el portal. Si con él debía caer el Pozo de la Eternidad, pues que así fuera.

No obstante, Azshara preveía que Malfurion atacaría el portal. Su inmenso poderío mágico doblegó al ejército de Malfurion. Las esperanzas de los kaldorei se desvanecían: Tyrande había caído en combate gravemente herida, Illidan había traicionado a su gente, y Malfurion se enfrentaba a los demonios de la Legión Ardiente, encarnando un duelo entre la magia arcana y el poder del druidismo.

A medida que el combate entre Malfurion y la Legión Ardiente se recrudecía, el portal del Pozo de la Eternidad que conectaba los dos reinos se volvía cada vez más inestable. El último y desesperado hechizo de Malfurion erradicaría a los demonios de la faz de Azeroth y los enviaría de vuelta al Vacío, pero también se llevaría consigo la tierra, el palacio de Azshara y todo lo que rodeaba al Pozo. Sargeras, presa del pánico al ver cómo su oportunidad de irrumpir en Azeroth se truncaba abruptamente, intentó entrar en el mundo a través del inestable vórtice, solo para acabar atrapado entre el Vacío Abisal y Azeroth. Las energías en conflicto colapsaron el portal y causaron una explosión catastrófica que destruyó el Pozo de la Eternidad y cambió la fisonomía de Azeroth para siempre. Era el Cataclismo.

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Malfurion y Tyrande sobrevivieron a la explosión y abandonaron las ruinas del Pozo de la Eternidad. Liderados por Cenarius, se lanzaron a la búsqueda de un nuevo hogar para su gente. Antes de que pudieran dedicarse a reconstruir un refugio seguro y a asentarse, Malfurion descubrió que su hermano tenía agua del Pozo de la Eternidad y tenía la intención de reconstruir dicho pozo en un lago sobre el Monte Hyjal. Con el temor de que un segundo Cataclismo pudiera destruir Azeroth, evitaron destruir este segundo Pozo de la Eternidad y, en cambio, pusieron todo su empeño en protegerlo de cualquier amenaza.

Malfurion encerró a su hermano y lo puso bajo custodia bajo el Monte Hyjal. A su vez, colaboró con los dragones aspecto Alexstrasza, Nozdormu e Ysera para proteger el nuevo Pozo de la Eternidad. Esta colaboración propició la creación de Nordrassil, el Árbol del Mundo, sobre las aguas del pozo. Malfurion, los druidas kaldorei y el Vuelo verde juraron proteger el Árbol del Mundo mientras siguieran con vida. A cambio, el Árbol quedaría vinculado a los druidas que lo custodiaban. Para formar parte de la reconstrucción de su higar, los druidas debían permanecer dormidos durante siglos con el fin de mantener el Sueño Esmeralda, el reino espiritual del Vuelo verde que los ayudaría a reconstruir Azeroth tras el Cataclismo.

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Transcurrieron diez mil años antes de que la Legión Ardiente volviera a convertirse en una amenaza para Azeroth, lo que obligó a Tyrande a despertar a Malfurion de su sueño místico. Los demonios, liderados por el eredar Lord Archimonde, buscaban el Pozo de la Eternidad para reabrir el portal que comunicaba Azeroth con el Vacío Abisal. Archimonde ansiaba los poderes ocultos bajo el Árbol del Mundo, los cuales le conferirían habilidades que rivalizarían con las del mismísimo Sargeras.

Durante su ascenso al Monte Hyjal, Archimonde se topó con una feroz resistencia, conformada por las fuerzas de Tyrande, los humanos liderados por Jaina Valiente, y los orcos liderados por Thrall. Archimonde se abrió paso junto a sus lugartenientes por los destacamentos que defendían el Árbol del Mundo hasta colocarse junto a este y prepararse para reclamar sus poderes para sí. Su arrogancia al vencer a las heterogéneas fuerzas que yacían tras él no le permitió ver que Malfurion le esperaba en el Árbol del Mundo.

Malfurion hizo sonar el Cuerno de Cenarius e invocó a miles y miles de guardianes ancestrales de la naturaleza, que se lanzaron en su ayuda en forma de fuegos fatuos. Los fuegos fatuos atacaron a Archimonde sin piedad y detonaron su energía mágica para causar una explosión que aniquilaría al Lord eredar y haría añicos el Árbol del Mundo. Una vez más, la inminente invasión de la Legión Ardiente fue detenida.

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Malfurion sigue protegiendo el Sueño Esmeralda y Azeroth. Defiende a su gente luchando contra viejos y conocidos enemigos, como Xavius, el consejero demoníaco de Azshara. Su sabiduría y experiencia como druida se han perfeccionado a lo largo de más de 10 000 años, y continúa siendo el líder de los elfos de la noche junto a su amada esposa hasta el día de hoy.

¡Las eras de experiencia de Malfurion como druida cobran vida en Hearthstone! De no ser por su mentor, el semidiós Cenarius, ¡Malfurion nunca hubiera aprendido a hacer que la naturaleza se rebelara contra sus enemigos! Podéis emplear el legendario poder del mismísimo Señor del Bosque en Hearthstone con vuestro mazo de druida favorito. Cenarius otorga a los leales aliados del druida increíbles poderes de la tierra, que refuerzan el ataque y la salud, o invoca a antárboles que protegen del daño a vuestros aliados.

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Esperamos que hayáis disfrutado de este vistazo a la historia de Malfurion y a su papel en Hearthstone. ¿Qué clase os gustaría que tratásemos en la próxima ocasión? ¡Decídnoslo en los comentarios!

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