Diario del tabernero, segunda parte

Diario del tabernero, segunda parte

Pasajes del diario de Elta Bernero.


¡Es celebrar un par de partidas de Hearthstone en la posada y formarse siempre una multitud! Os pongáis donde os pongáis, os arrimaré una silla para que podáis seguir toda la acción. A veces, los tauren y los draenei tienen que quedarse de pie en el fondo para que los demás puedan ver. Lo siento, amigos, pero algunos somos un poco más bajitos.

Hablando de multitudes, recuerdo que justamente el otro día hubo una partida especialmente emocionante en la esquina trasera de la posada. La muchedumbre vitoreaba, aclamaba y gritaba, pero todos bien lejos de la mesa de juego. ¡Algo inaudito!

La multitud observaba a dos goblins que estaban totalmente concentrados en su tablero de Hearthstone, ¡mientras jugaban rondas rápidas con cartuchos de dinamita a modo de temporizadores! No me hacía mucha gracia la idea de tener una ventana abierta en la esquina de la posada, así que les sugerí encarecidamente que continuasen fuera su peligroso juego. Los goblins se sentaron en el exterior y retomaron su partida mientras todos los parroquianos los observaban desde dentro por las ventanas.

Al final, cuando uno de los turnos se alargó demasiado, el pobre que se comió el cartucho de dinamita se puso más histérico de lo que jamás he visto a un goblin. No os preocupéis, está bien. Parecía que le irritaba más el hecho de haber perdido la partida que otra cosa. Estoy convencido de que mañana volverá.

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